He tenido la oportunidad de observar que muchos empleados nuevos, recién graduados de la universidad, llegan a las áreas de trabajo practicando el lema de la revolución francesa: “Liberté, égalité, fraternité” (i.e., libertad, igualdad, fraternidad). Desafortunadamente, este lema aplica solamente al civismo y al derecho y no se puede extrapolar a todas las dinámicas sociales y mucho menos a las laborales. En todas las instituciones que he tenido la oportunidad de trabajar he podido observar por lo menos cuatro capas o anillos de poder. Estos ¨anillos de poder¨ funcionan de forma similar a las estructuras organizaciones feudales donde existe una jerarquía piramidal definida. En las organizaciones feudales, los duques, los condes y los barones responden al rey; y los condes y los barones responden directamente a un duque, y así sucesivamente. De forma análoga, las instituciones modernas tienen su estructura y su jerarquía: arriba en la estructura está el dueño de la compañía o sus representantes, luego los administradores, los gerentes de operaciones y los empleados de operaciones. En esta línea de mando los que están en capas superiores imparten las instrucciones sobre cómo se deben conducir los trabajos y los que se encuentran en capas inferiores las implementan. Claro, en tanto y en cuanto estas instrucciones sean éticas y legales.
Los recién graduados de la universidad deben entender que el mercado laboral penaliza a los empleados que no reconocen estructuras jerárquicas. Muchos empleados nuevos basados en la doctrina de la “Liberté, égalité, fraternité”, entienden que pueden comunicarse libremente y con un trato fraternal con sus superiores (i.e., el dueño de la compañía o sus representantes, los administradores, los gerentes de operaciones). La comunicación libre y fraternal puede enviar la señal (“signal”) de que éste empleado no tiene habilidades interpersonales (“soft skills”) y que desafía la estructura de poder existente. En la mayoría de los casos el no entender la estructura de poder termina por limitar oportunidades y cerrar puertas a los recién llegados. Los empleados de operaciones pueden comunicar sus preocupaciones e ideas con un gerente de operaciones. En las organizaciones usualmente existen mecanismos a través de las oficinas de recursos humanos y las uniones para canalizar las preocupaciones que no atienda el gerente. También, con la autorización escrita del gerente de operaciones el empleado pudiera ascender su preocupación a los administradores, esto siempre copiando la comunicación escrita al gerente. A estas prácticas usualmente se le llama “seguir los canales”. Por el contrario, aunque recomendable, el dueño no tiene que seguir estos canales de jerarquía para comunicarse directa y libremente con cualquiera de sus subalternos (i.e., los administradores, los gerentes de operaciones y los empleados de operaciones). He podido ver empleados que no quieren reunirse con los administradores o dueños sin la presencia del gerente. Esta práctica es un error. Si el dueño o un administrador solicita reunirse con el empleado, el empleado puede solicitar la presencia del gerente, pero no debe condicionar la comunicación a que este presente el gerente. El Diagrama 1 que se presenta a continuación muestra como la mayoría de las organizaciones entiende que se debe conducir el flujo de las comunicaciones.